Lorenzo Semple Jr.

Siempre quise reivindicar a Lorenzo Semple Jr. mientras estuviera vivo. A mi manera le iba mencionando cuando la situación lo requería y tratando de que su trabajo no cayera en el olvido. Pero siempre con la idea de dedicarle a él una entrada más extensa, más centrada en su carrera al completo. Algo que ya había hecho con otros grandes –Glen A. LarsonJoshua Brand, John Falsey…- y que queda pendiente de hacer con muchos más bien por ser más conocidos –Mel Brooks, Angela Lansbury…- o por estar ya muertos y ya no corre tanta prisa… Lamentablemente ahora esa reivindicación va a tener que servir como homenaje póstumo.

Lorenzo Semple Jr. nació el 27 de marzo de 1923 y ha muerto el 28 de marzo de 2014 con 91 años y un día, En el intervalo ha sido guionista de multitud de películas y series de televisión. Comenzó a escribir desde joven, enviando relatos a diferentes periódicos y revistas, entró a estudiar en Yale pero la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial le llevaría primero a conducir ambulancias en Francia en 1943 y luego a unirse al ejército, algo que acabaría con él sufriendo daños en una pierna y facilitando un cambio de destino a Inteligencia Militar, lo que le daría una experiencia para poder escribir sobre ello en el Time, o realizar un relato sobre una batalla en el desierto de Libia en la que participó.

De regreso a USA estudió escritura centrándose en teatro y llegó a trabajar en los cincuenta tanto en una adaptación como en una obra original que acabaría siendo comprada por Hollywood para dar lugar a una película de Steve McQueen en 1961. – «La única película de Steve McQueen que perdió dinero», decía Semple-, que le sirvió como carta de presentación para mudarse a Hollywood.

Aunque tras el fracaso del film comenzó escribiendo para la televisión: The Rogues, con Charles Boyer y David Niven o La ley de Burke en su primera encarnación, con Gene Barry y Aaron Spelling produciendo, e incluso logró contar de nuevo su experiencia en Libia en el primer capítulo de la serie The Rat Patrol.Allí conoció también al productor televisivo William Dozier que tan importante sería en su futuro.

Dozier se encargaba de poner en marcha proyectos o de producir lo que le iban proponiendo, una doble faceta que sirvió para que tratara de vender a la cadena ABC una idea que había desarrollado con Semple: Renovar el popular inspector Charlie Chan en una serie llamada «Hijo Número Uno» en la que este sería un policía que realizaría las escenas de acción mientras el veterano personaje quedaría relegado a una labor bien de deducción -similar a la de Perry Mason– o bien en apariciones más esporádicas. Las conversaciones iban bien… hasta que dejaron de ir. Como cuenta Semple en sus entrevistas para el TV Archive:

Bill recibió una llamada de la ABC. Le dijeron: ‘Esto es muy vergonzoso, pero se ha decidido que no queremos ninguna serie con un héroe étnico. Punto. Se acabó. «Hijo Número Uno» está muerto.’ Pero añadieron, ‘Os debemos a ti y a Lorenzo una. Os hemos tratado muy mal.’ ‘

– Y si a ellos les trataron mal… Preguntaros cuando fue la última vez que visteis una serie protagonizada por un asiático.-

A Semple le pareció el final por completo así que decidió dejarlo todo, irse a Europa y centrarse en sus obras de teatro. El destino elegido era Valencia. Mientras tanto Dozier siguió buscando proyectos, hasta que encontró la manera de que él y Semple fueran resarcidos. En la ABC habían logrado los derechos de Batman para televisión. Ellos emitirían y FOX produciría, aunque buscaban a alguien que se encargara y nada como las Greenway Productions de Dozier. Salvo que Dozier no leía cómics y tampoco entendía ese concepto de convertir al personaje en un divertimento que mezclara el humor con la seriedad. Pero para eso confiaba en Semple. Vuela a España y tienen una reunión en Madrid durante la que Semple se muestra interesado en lo que le proponen y empieza a establecer una serie de ideas: Batman debía respetar siempre la ley, los elementos cómicos se colocarían al margen de unos personajes que actuarían con seriedad todo el tiempo, se tomarían elementos camp y pop para realzar la ligereza con expresiones como el «Santo X» de Robin o la aparición de onomatopeyas sobreimpresas.

Durante la primera temporada Semple, aún en España, escribía y corregía guiones, pero el éxito pronto les sorprendió y tuvo que mudarse de vuelta con su familia a Estados Unidos para poner en marcha una película -pensada originalmente como el piloto de la serie y que se había ido complicando hasta acabar siendo una suerte de telefilme para cine estrenado aprovechando la Batmanía– de la que sería guionista único y a continuar su carrera con un ojo puesto en los guiones de películas. Y, de paso, echarle una mano a Dozier con otro de sus proyectos, la adaptación de The Green Hornet con Bruce Lee en el papel de Kato, a la que dieron un empujoncito -poco útil. eso sí- metiéndoles en un crossover con Batman. Mientras Dozier intentaba poner en marcha una nueva serie con Bruce Lee llamada The Warrior, no habiendo aprendido nada de Hijo Número Uno, que acabaría con la creación ajena a ellos dos de Kung Fu.

Batman terminó en su tercera temporada tras varios cambios surgidos en parte por el desentendimiento de Semple y Dozier cuando en la segunda temporada la cadena quiso empezar a meter baza en el gran éxito que tenían. El paso de villano más recurrente del de Semple, El Acertijo interpretado por Frank Gorshin, al de Catwoman en su versión de Julie Newmar, sirve para explicar el cambio de estilo que estaba viviendo la serie. Pero ni esto, ni la inclusión de Batgirl, ni el cambio de formato de dos episodios en días consecutivos a un solo episodio semanal, ayudaron a mantener la audiencia de la serie que fue cancelada en 1968.

Semple había estado preparando su paso al cine y en ese mismo año vería la luz Un maravilloso veneno (Pretty poison), una extraña mezcla de comedia y cine noir protagonizada por Anthony Perkins en la piel de un tipo con problemas mentales que acaba de salir de la cárcel por complicidad en un asesinato y que pronto acaba envuelto en una trama de mentiras con una joven animadora más peligrosa de lo que parece.

El resultado no gustó nada a la productora, que intentó esconderla en lo posible. Semple achacaba a eso que un grupo de críticos de Nueva York con Pauline Kael a la cabeza hubieran decidido devolvérsela a la productora convirtiéndola en un clásico de culto y ayudando a que la película y su guionista ganaran el Premio al Mejor Guión del Círculo de Periodistas Cinematográficos de Nueva York.

El fracaso de la película le llevó a encadenar varios proyectos menores, desde una historia de espionaje -el género de moda- y humor a mayor gloria de Raquel Welch que no acabó de funcionar, Guapa, intrépida y espía (1967, Fathom) a una colaboración con el gran Larry Cohen en Shock (1968, Daddy’s Gone A-Hunting) hasta dramas introspectivos como The Marriage of a Young Stockbroker (1971), pero sería su siguiente guión el que marcaría la pauta del resto de su carrera.

Papillon (1973) sería no solo la adaptación del libro de Henri Charrière, también una gran obra de tema carcelario para la que además de Steve McQueen se logró contar con Dustin Hoffman. Según el propio Semple, en cuanto supo que Hoffman entraba en el proyecto se imaginó que duraría poco. Y así fue, Hoffman reclamó la presencia de otro guionista, el elegido fue Dalton Trumbo que trataría de eliminar el nombre de Semple de los créditos sin llegar a conseguirlo. A partir de esta película la constante de sacarle de los proyecto grandes perviviría.

De manera que no tuvo problema alguno realizando el guión de Los Super Polis (1974, The Super Cops) pero sí con sus siguientes películas, sólidos thrillers. En el primero, El último testigo (1974, The Parallax View), los cambios que su protagonista, Warren Beatty, quería hacer, incluyendo remodelar a su gusto el personaje principal, acabaron dejando fuer a Semple. Y en Los tres días del cóndor (1975, Three Days of the Condor) la contratación de Robert Reford para protagonizarla llevó a que Semple supiera que sería reemplazado porque sus películas siempre las escribía David Rayfiel. Y no se equivocaba. Le sacaron del proyecto para que Rayfiel le diera un acabado al gusto de la estrella. En Con el agua al cuello (1975, The drowning pool) tuvo menos problemas porque todo en ella lo fueron, el guión acabó con tres personas acreditadas incluyendo al propio director de la película, Walter Hill, y dejando sin acreditar a otro guionista más que estuvo echando una mano. Un aparente desastre.

Sin embargo, que no gustara a las estrellas no significa que se llevara mal con directores o productores y de esa manera Dino de Laurentiis, productor de Los tres días del Cóndor, acudió a él para un nuevo proyecto que tenía en mente: Rehacer King Kong. El proyecto acabó inevitablemente liado, aunque en esta ocasión Semple no se vería reemplazado por nadie. Aunque él lo cuenta mejor que nadie.

La película, pese a todo, funcionó bien en taquilla así que De Laurentiis decidió contar con él para otro proyecto que tenía en mente: Flash Gordon. Desde hacía años el veterano productor contaba con los derechos y el auge del fantástico, especialmente gracias a La Guerra de las Galaxias, así como de los héroes del cómic gracias a Superman, le hicieron desear llevar a cabo el proyecto. Por supuesto empezó intentando algo a su altura, fichar a Fellini, pero en vista de la imposibilidad se le ocurrió contar de nuevo con Semple, que al fin y al cabo parte de culpa tenía en la Batmanía, para que creara una suerte de mezcla de aventuras y comedia con ayuda del director Mike Hodges. La película lo hizo razonablemente bien en taquilla pero la marcha de su actor principal antes de que se acabara la postproducción -algo que llevó a tener que doblarle en algunas escenas que necesitaban de un nuevo sonorizado- lo hizo imposible. La película, sin embargo, es puro Semple, tanto en ideas propias como por las sugerencias de De Laurentiis de que fuera todo lo posible más allá llegando a escenas que parecen sacadas directamente de la serie de Batman como el improvisado partido de fútbol americano en palacio.

Semple empezó entonces a considerar pasarse a la enseñanza, aunque aún le dio tiempo de ser despedido una vez más. Concretamente de Nunca digas nunca jamás (1984, Never say never again) un Bond de la época que estaba desde el principio en mitad de líos, trayendo de regreso a Sean Connery al tratarse de un título realizado fuera de la productora Eon, precisamente esta lucha contra la franquicia oficial -que incluyó el lanzamiento de la película solo unos meses después del estreno de Octopussy – y que vivió todo tipo de problemas internos, incluida la marcha de Semple tras una serie de discusiones con Conney pese a que fuera el actor quien recomendara al guionista tras haberle conocido durante una de sus estancias en Marbella.

Aún escribiría alguna película más, colaborando por ejemplo en el intento de lanzamiento de una franquicia sobre Sheena, reina de la selva (1984, Sheena) y en más películas y telefilmes de espionaje, casi todas ellas para televisión. Dejándole vía libre para centrarse en su faceta como profesor de guión en la Universidad de Nueva York, cargo que ocuparía hasta su jubilación en los años noventa.

Que se jubilara no significa, ni mucho menos, que fuera a quedarse quieto, pasó a intentar vender de nuevo proyectos a los grandes estudios y a trabajar para ellos como arreglador de guiones no acreditado. Una jubilación plácida que completó con un proyecto inesperadamente novedoso para alguien de su edad, y es que junto a su amiga la exproductora Marcia Nasatir puso en marcha un videoblog en YouTube llamado Reel Geezers en el que los dos veteranos de Hollywood además de hacer algo de comedia comentaban -y criticaban- los estrenos de cine que habían visto. ¿Qué más daba que fueran octogenarios?

Precisamente por toda esa vitalidad, buen humor y creatividad incontrolable, no solo por habernos dado una grandísima serie de televisión y un buen puñado de títulos memorables, es por lo que no podemos olvidar a Lorenzo Semple Jr. Alguien que fue capaz de entender el humor y la seriedad tanto como para preguntarnos a todos: ¿Qué es amarillo y escribe?