Mis películas destacadas de terror en 2014

Y os quejabais de mis títulos cuando estaba en Libro de Notas. A este solo le ha faltado un «Mira, yo qué sé.»

Pero voy a lo que toca ahora, durante demasiado tiempo he querido ir escribiendo sobre películas de terror y misterio y todas esas cosas que me gustan a mí. Como siempre, ha sido imposible. Y ahora con el Ask no quiero ni pensar en lo que será de todas esas secciones abiertas. Pero aún y con eso he buscado un hueco para hablar de, al menos, las que más destacaría de 2014. Es decir, esa mezcla de las que más me gustaron y las que creo que merecen algún tipo de mención.

Quizá lo más interesante del año haya sido lo que yo llamo Nuevas Vampirinidades, distintas visiones de Lo Vampírico a través de cuatro películas con diferentes estilos, intenciones e incluso continentes.

En Only lovers left alive el vampirismo es poco menos que una excusa para hablar de la inmortalidad y las relaciones, también -y me parece casi lo más interesante- sobre el mundo artístico y sus influencias. De manera que podrían haber sido musas o dioses grecolatinos sin cambiar mucho. Aquí lo importante no es la alimentación o la lucha sino la reflexión sobre la eternidad.

Casi como una vuelta más humorística se presenta What we do in the shadows que ofrece un falsumental cómico sobre un grupo de vampiros que viven juntos en el mundo moderno. A medio camino entre La Familia Adams y The Office, logra ir mostrando el patetismo y, a la vez, la posible realidad adaptada de muchos de estos mitos en los que por encima de la historia de amistad contada está el choque y adaptación a las modernas tecnologías.

Por contra, A girl walks home alone at night es cine de vampiros como podría serlo expresionista, western o la versión más alocada de Persépolis que se os pueda ocurrir. Y es así tirando sobre todo por el lado más artístico sin por eso dejar de ser -para mí sorpresa- la que incluye momentos más propios del cine de terror. No sé si es mi película de terror favorita del año, entre otras cosas porque hay ratos en los que ni siquiera sé si la definiría dentro del género, pero desde luego sí que es la más original. Menos mal.

Más aún cuando la cuarta, Vampire Academy, funciona principalmente de una manera meta. Podríamos incluso considerarla reverso de la anterior en cuanto que establece un contacto claro con otros géneros, solo que aquí lo que hacen es reírse -a conciencia pero sin caer en la parodia directa- de todos esos libros adolescentes de Paranormal Romance, grupos secretos e internados femeninos. Con un estilo a veces tan impertérrito que uno podría llegar a creer que se están burlando no solo de sus tics sino también de los espectadores.

Vistas las cuatro películas, parece que la sobrexplotación vampírica que causó el éxito mundial de Crepúsculo ha desparecido finalmente dando lugar a estas reinterpretaciones mitológicas. El mundo de Lo Vampírico en su resaca del éxito internacional.

En un segundo punto, siguió el desarrollo de documentales interesantes tras el éxito del formato en los últimos años con ejemplos que van del estilo más clásico como Never Sleep Again hace un par de años al más cautivador de Jodorowsky’s Dune en 2013. Cerca del primero se mueve Crystal Lake Memories, larguísima colección de testimonios sobre Viernes 13. Y cercano del segundo, aunque más aún de títulos como Rewind this! se encuentra la mirada a la Cannon de Electric Bogaloo, segundo documental sobre el mismo tema ese año tras el más normalito The Go-Go Boys. Lamento, eso sí, no haber sido capaz de encontrar de ninguna de las maneras Lost soul, que ya solo por su prometedor tema -la historia del rodaje de La isla del Doctor Moreau noventera que era del mejor material en The greatest Sci-Fi movies never made de David Hughes– hace que salive mientras sigo a su espera.

Otro tema que tuvo un buen desarrollo el año fue Lo Paternofilial con aproximaciones que van del lío monstruoso de When animal dreams y sus historias de pubertad y muerte a tratamientos cercanos al como The Canal, que hacía un buen batiburrilo con este y otros temas como el de las casas encantadas o las grabaciones -por si alguien no creía que se podían mezclar referencias a Sinister y Ringu en la misma película- que sirve, además, como espejo deformado de la que ha sido una de las estrellas este año: The Babadook. Película sobre la maternidad o sobre la protección a los niños o a saber qué, con un par de partes separadas que contentan y descontentan a sus espectadores y un impacto que a quien esto escribe no deja de sorprender ante una cinta que calificaría como más que correcta, notable incluso, pero sin cohetes.

– Por su parte, A Touch Of Unseen hablaría de las relaciones entre hermanas en un año poco fructífero para mis visionados asiáticos recientes, con apenas la esforzadamente complicada historia de asesinato en serie A record of sweet murder  y una variante de la siempre socorrida historia de clases hechizadas con Mourning Grave, entre aquello que logra superar un poco el listón para ser recordada al menos un par de meses después de haberlas visto.-

Hablando de películas celebradas que mal no me han parecido pero tampoco de entre lo mejor del año: The Guest, que es una reinterpretación de las películas de stalker con unas referencias muy claras a los ochenta -aunque habrá quien las una más a las sobremesas de Antena 3– y que vuelve a incluir todo tipo de guiños y referencias a varios géneros, autores y momentos. Para quien esto escribe sigue siendo una propuesta superior a la media -algo que no entiendo cómo no pasa más con la media como la tenemos- pero, a la vez, con algunos rasgos de autocomplacencia que, espero, director y guionista sepan quitarse de encima, ¡que son mejores que eso!

Es curioso como se acaba considerando como terror cosas que muchas veces se limitan a bordearlo o jugar con esas ideas de lo que podemos considerar las fronteras entre el fantástico (de la ciencia ficción a la fantasía épica pasando por el horror, como si no hubiera habido interacciones entre todas ellas) y los géneros propios del negro (fundamentalmente aquellos con una mayor carga de acción como el thriller o el psicológico) de forma que de cuando en cuando podemos discutir si entrarían o no. Pasa este año con la fallida Cold in July y con la muy notable Blue Ruin, film a medio camino entre la tragedia griega y un capítulo perdido de Justified, con su estructura de obra de venganza que podría valer en cualquiera de sus campos.

 

Del mismo modo me pregunto si tendría sentido meter aquí la película Edge of tomorrow, una suerte de Día de la Marmota con batallas alienígenas. Pero, claro, de no hacerlo… ¿Cómo podría justificar la inclusión de una de las mejores películas que he visto este pasado año?

Me refiero a Coherence, a la que llegué un año tarde -creo- pero que fue una de las experiencias más interesantes del año, con ese juego de cometas pasando cerca de la tierra y juegos con realidades alternativas… si es que son eso. Muy recomendable.

Un acercamiento al cruce de realidades diferente -y de una calidad menor, claro, pero es que la comparación es del todo injusta- se da en The Frame, otro buen film al que le pasa un poco como a The Guest, es bueno y sabe unir muchos géneros diferentes, pero acaba dejando cierta sensación de que falta algo por que no es tan bueno como el anterior. O quizá está pensado para que primero prueben este y luego ya vayan a por el anterior, quién sabe.

El caso es que conocer las referencias acaba siendo parte de las tendencias del año, aunque no llegue a convertirse en un asunto temático. Lo hemos visto ya en algunas de las mencionadas y podría decirse también de  Late Phases, película más que sólida cuando sabe apartarse de hacer un Bubba Ho-tep, como si la loca energía de la cinta fuera repliclable. Mientras se centra en la problemática –*cof*– de ser un veterano ciego en una casa de retiro con hombres lobos por los alrededores todo va bien.

Aunque sin duda la película que más necesita de haber visto antes otra es The town tha dreaded sundown, que juega con la película antigua quitándole sus interludios cómicos pero dejándole todo lo demás, de modo que es imposible de verla sin conocer la anterior. O quizá no imposible de ver pero sí de comprender. El diálogo que establece -explicitado en pantalla en muchas ocasiones- es tan directo que no creo que nadie que tenga fresca la antigua pueda llegar a gustar de esta, incluso sin contar ese pegote de final made in Hollywood que traiciona innecesariamente la memoria de la película que tanto se han ocupado de honrar.

Para un mejor acercamiento a lo hollywoodiense nada como Starry Eyes, mitad historia de secta satánica con claras resonancias cienciólogas, mitad explicación del hacer de todo para triunfar y, de la manera menos esperable dada la lenta cocción del espectador que emplea, una más que efectiva película sobre los deseos.

Aunque si ha habido una película que he disfrutado este año es la muy desprejuiciada Housebound, un divertimento que sabe que lo es y no le importa ir mezclando momementos más cómicos con otros de distintos géneros mientras cuenta la historia que realmente le interesa. No hay nada tan bueno como lograr que estas creaciones, que saben que no son una gran producción pero no por ello tienen que regodearse, se conviertan en una bomba autocontenida en marcha. Un año más, no es la mejor en lo técnico o artístico pero sí la que más me ha gustado.

Cierto es que me faltan películas por ver –Oculus, por ejemplo, convencido como estaba de que la estrenarían en cines- pero para hacer mi particular repaso al año creo que sirve. Y que ha quedado todo suficientemente claro.

Ahora ya que le sirva de algo a alguien, que es algo que dudo más.