Sobre los telefilmes

Es divertido ver cómo miramos o hablamos de los productos televisivos. Echando un ojo uno podría pensar que solo hay ficción o que solo hay lo que se emite en las horas principales, el famoso prime time. Los huecos perdidos, sobre todo los de madrugada -que pueden acabar convertidos en fundamentales por aquella tonta fórmula de que a menor inversión y mayor ganancia más rentabilidad- y los de los fines de semana ofrecen algunas otras ideas posibles.

No, tranquilos, no voy a hablar del ¿espacio de variedades? de Moreno. Total para qué. Voy a hablar de los telefilmes. Y va a ser breve, lo prometo. Porque lo que me interesa es lo poco que se mencionan o salen en esas candidaturas a premios que tanto abundan. A primera vista uno podría creer que es porque ya no se hacen, o no se hacen tanto como antes. Y es cierto, se hacen menos y muchas de las grandes iniciativas como los telefilmes de horror y misterio que las cadenas generalistas sacaban con periodicidad casi semanal con temáticas sobre todo fantásticas y de misterio. Pero en realidad nunca han desaparecido.

Hagamos historia rápidamente: En los años ’40 la RKO prepara el primero para el canal WABD, la emisora que la DuMont tenía en Nueva York y que era el tercer canal en lograr la licencia oficial para emitir en esa ciudad. Era aquel un tiempo más que curioso en el que lo mismo los seriales pasaban del cine a la televisión que se tanteaba, con poco éxito, la producción de películas propias. algo que hasta los sesenta no se convertiría en algo habitual con las películas de la NBC en 1964. Ronald Regan podía haber sido el protagonista de la primera de ellas pero al canal le pareció muy violenta y la pasó para emitirla en cines. Por supuesto algunas de estas películas eran usadas para emitir pilotos -el de la original Battlestar Galactica, por ejemplo-, versiones extendidas de capítulos de series – The Death of the Incredible Hulk –  o versiones descartadas para su estreno en cines que -en aquel entonces- solo tenían los circuitos más bajos o, a partir de este momento, la televisión.

Y hubo algunas muy buenas, por supuesto, los títulos habituales que se dan son -obviamente- El diablo sobre ruedas pero también El día después, película que pertenecía al género cercano a esos Very Special Episodes en los que se trataba un tema actual y concreto como  la homosexualidad (That Certain Summer) o los abusos sexuales (Born Innocent) entre otros muchos. Así hasta que el género fue siendo menos útil para las cadenas en Estados Unidos. En Europa, en Gran Bretaña, siguen creándose con cierta regularidad y acierto, sobre todo por parte de la BBC, que los produce junto al resto de obras ofreciendo desde obras históricas como The Wipers Times, obras de acción como los de Worricker con obras como Turks & Caicos, y creaciones infantiles como The Boy in the Dress u obras metaficcionales como An Adventure in Space and Time. Pero, como de costumbre, es que UK es otro estilo.

y se movió hacia las de cable. El Canal Disney se ha dedicado a hacerlas desde prácticamente su creación logrando de vez en cuando grandes éxitos -el más importante de las últimas décadas High School Musical– pese a lo cuál solo algunos parecen tener repercusión, igual que las creaciones de la HBO tienden a acaparar premios pero no a ser recordados. Además de ser menos numerosos.

Entre estos dos hay unas cuantas cadenas que no tienen muchos problemas en realizarlos de manera habitual, especialmente dos, Hallmark y Lifetime, que crean no solo con regularidad sino con la importancia suficiente como para exportarlos. Algo muy notable en el periodo navideño que concentra buena parte de los esfuerzos anuales. Cantidades ingentes de horas de televisión, como veis. Y, sin embargo, no suelen hacerse recomendaciones o valoraciones de las mismas.

Como pasa con las de SyFy o con las antes mencionadas de Disney, parece que solo un éxito multidinario logra que nos acordemos de ellas. Y aún así es más de las de éxito que de todas las creadas antes -y después-.

Imagino que la aparente mirada formuláica en estas obras de ficción, la habitual figura de una mujer en un oficio liberal que se encuentra repentinamente en un brete -por ella  o por una hija adolescente- y con algunos puntos habituales -sospechar del novio, ser raptada- que parecen tener poco menos que tres o cuatro temas -obra romántica inesperada, extraño que se acerca para destrozar una familia, asesino misterioso y, por supuesto: basado en hechos reales, sean o no sobre enfermedades muy graves- pero la verdad es que tampoco así se justifica. Entiendo que sea más fácil hablar cuando Christina Ricci interpreta a Lizzie Borden y termina logrando una (mini) serie pero eso no justifica el total olvido en el que se mantienen. Incluso teniendo en cuenta que en ocasiones se intenta recuperar esa idea de Película de la semana con personajes recurrentes que hace las veces de serie que no es serie. Algo que hemos visto con las de Jesse Stone de Tom Selleck (Que tras años en la CBS ha dado el paso a Hallmark) o los intentos de Hallmark de crear una Mystery Wheel.

No voy a hacer más intentos de comprender por qué no tienen más peso o interés pero sí quiero aprovechar para pedir una vez más que intentemos recordar que hay mucho más ahí, en los canales televisivos, que aquello que muchas veces parece centrar las conversaciones. Incluso en los campos de la ficción.