Mientras escribía esta columna David Lynch ha dejado de manera más o menos aparatosa su trabajo en Twin Peaks. El regreso de la serie a televisión mediante su emisión en el canal Showcase era uno de los ejemplos de lo que iba a contar en ella, y aunque todo esté pareciendo una discusión de dinero con algunos extraños matices me sirve a la perfección para abordar el tema.
El número de series de televisión emitidas en los últimos años ha aumentado, sí. Pero eso no significa, ni mucho menos, que lo haya hecho de la misma manera. Lo que ha habido es un grupo de canales que se han atrevido a dar el paso de emitir ficción. Algunos como E! o el canal Historia parecían tener una idea de canal ajena a esto, otros como TVLand parecían no hacerlo por una cuestión de dinero. Pero pronto todos han comprendido que la posibilidad de un contenido propio da más valor al canal. De ahí que se hayan animado con The Royals, Vikings o Hot in Cleveland, mientras que en otros casos ha sido la creación de nuevas plataformas que negocian con el audiovisual pero al margen del aparato televisivo: Netflix, Amazon o HULU son las más conocidas y necesitan también ese material propio que atraiga espectadores. Sea Orange is the new black, Transparent o The Awesomes. A partir de ahí podemos considerar otras muchas plataformas en situaciones similares, más de las que se pueden mencionar.
Esto, por supuesto, no es una novedad ni mucho menos. Durante los ochenta, con la aparición de los primeros canales de cable, muchos empezaron a probar poco a poco la creación de ficción, tanto como la emisión de material producido externamente pero que no se había emitido. Normalmente el camino era emitir primero una coproducción, luego un material con, digamos, cierto conocimiento previo y, si todo iba bien, ya ponerse a crear ficción propia. Es el camino que han seguido prácticamente todos y que todos prácticamente siguieron.
En 1983 la HBO, que había comenzado sus emisiones en 1975, emitió su primera coproducción de ficción, Fraggle Rock. Ese mismo año emitió un telefilme de creación propia y poco después un par más de coproducciones, una con la inglesa ITV sobre un personaje conocido, Philip Marlowe, Private Eye, otra más original, la antología El Autoestopista, de modo que al año siguiente pudieron emitir su primera serie propia, la comedia 1st & Ten. Durante años seguirían creando material con éxito variable y la particularidad de hacerlo antes de que la FOX se pusiera a emitir en abierto.
No es siquiera un asunto realmente nuevo tanto como de confianza y madurez de la cadena. Por ejemplo, TNT se fundó en 1988 y para 1997 tenían su primera serie, una coproducción francoestadounidense que parecía destinada al mercado de la sindicación pero cuyas dos primeras temporadas fueron emitidas por el canal y, de nuevo, sobre un personaje conocido: The New Adventures of Robin Hood, algo que sirvió para que al año siguiente recogieran Babylon 5, huérfana de canal después de que la Warner decidiera cerrar el PTen que había sido su hogar. El otro contendiente, el canal SyFy, no pudo igualar la oferta y así la audiencia construida se mudó a la TNT donde tendría a trancas y barrancas dos temporadas más e incluso la posibilidad de emitir algunos spin-off como Crusaders -cuando acabara llegando al SyFy (Entonces aún SciFi Channel) aún daría tiempo de emitir ahí otro spin-off, al final estas cosas funciona así- dando a TNT la posibilidad de crear su primera serie original en 2000, Bull y de seguir a partir de ahí haciendo un poco de todo. Con deciros que lo siguiente que hizo fue adaptar el cómic Witchblade.
Podría seguir con más canales -el mismo SyFy– pero creo que ha quedado claro lo que quería demostrar: Incluso antes de que nos volvieran locos con aquello del renacimiento de la televisión ya había canales haciendo sus pinitos en la ficción. Y desde prácticamente el principio hubo un fuerte componente de adaptación de personajes y obras conocidas. E incluso sin el prácticamente. Los canales de televisión estadounidenses empezaron emitiendo a partir de sus equivalentes cadenas de radio y allí ya tenían creadas radionovelas -muchas de las cuales adaptaban personajes conocidos de pulp, cómic y otros tipos de literatura- de modo que un vistazo a los primeros años de la televisión nos ofrece un gran número de estos trasbordos. Series como The Aldrich family, o basadas en cómicos como The George Burns and Gracie Allen Show o antologías como la Mystery Theater tuvieron su hueco en la pantalla, incluso programas que acabaron resultando más controvertidos como Amos ‘n’ Andy, una popular comedia radiofónica sobre dos personajes negros que tenía el problema de que… bueno… en la radio le ponían la voz dos blancos con lo que la adaptación televisiva fue… particular. Por supuesto esto no impidió que rápidamente se pusieran también a crear personajes y obras nuevas, algunas de tanto éxito como el Capitán Vídeo.
La situación actual vuelve a favorecer la creación de series de televisión, y por tanto la utilización de conceptos conocidos que sirvan de gancho a los espectadores. De hecho, mientras el número de series crecía en USA una mirada a las series emitidas por los canales en abierto, los Networks, permite observar una bajada. Se arriesgan menos y procuran que lo que tienen les sirva para rellenar huecos, aunque sea en verano.
Entre los que andan con precauciones y los que están empezando el paisaje que se está ofreciendo tiende, como el de las películas, a favorecer la aparición de obras bien conocidas. De hecho, aquellas que no se basan en adaptaciones o reciclajes tienden a tirar de un nombre, se del creador, del guionista o de alguno de los actores. Tampoco esto es ninguna sorpresa.
Pero uno se encuentra un día con que parece que la NBC es incapaz de terminar una reunión sin aprobar un remake por mal que les haya ido a los anteriores, o por apostar por un musical que no lleve más de 30 años estrenado. Un vistazo a lo reciente ve estrenos de éxito el año pasado como Fargo o adaptaciones como House of Cards pero también otros como Constantine que no llegó al nivel de desastre que supusieron los nuevo Ángeles de Charlie pero parece bastante condenado.
Para la próxima temporada, la siguiente a más tardar, nos encontraremos con Netflix recuperando Padres Forzosos como antes hizo con Arrested Development, con la vuelta de Expediente X a FOX (que ya había recuperado la no-hace-tanto-cancelada 24) a la NBC y sus locas ideas como recuperar Entrenador con un salto temporal, más personajes como DareDevil (esta misma semana) o Supergirl y los Teen Titans entre 2015 y 2016 además de adaptaciones a partir de películas como La profecía (en formato miniserie pero no de telefilme para impedir el absoluto desastre que fue el equivalente de La semilla del diablo) o, incluso, Desmadre a la americana.
Como decía, no es un caso aislado, este mismo fin de semana hemos sabido que quieren adaptar Play Doh al cine, supongo que como ya hicieron con Lego y sin perder de vista que lo mismo les sale bien como Cluedo (desde un punto de vista artístico, en taquilla fue un fracaso) o pueden acabar con otro Hundir la flota/ Battleship, recaudando en USA poco menos de un cuarto de lo que costó hacerla. .
Mientras sigan siendo una minoría, pintoresca e inesperada pero minoría al fin, no la fórmula del éxito ni, desde luego, la única posible quizá no debamos asustarnos demasiado. Al fin y al cabo muchas de las obras maestras de la literatura y el cine vienen de otros medios o son tratamientos externos. El problema llegará cuando no haya un eclipse posible del material original, pero mientras tanto podemos seguir tranquilos con esta evolución, esta cadena de incluir lo viejo en lo nuevo y seguir, en fin, con todo este… regreso al regreso.